Fui a ver hace unos días El Viaje del Emperador, -un documental sobre el pingüino emperador-, y la verdad es
que me decepcionó bastante. Nos intenta emocionar narrando la historia
desde el punto de vista de los pingüinos, pero al humanizarlos sólo
logra restar credibilidad al documental. (No obstante, para el público
infantil creo que funcionaría bastante bien.) La peli pasa por encima
de un capítulo de la vida del emperador que sí aparece en El Gen Egoísta de Richard Dawkins
y que me parece especialmente atractivo: cuando los pingüinos llegan al
océano ártico después de haber pasado meses en ayunas y haber recorrido
unos 100 km (!) desde sus lugares de cría, no se tiran al agua en busca
de peces. En cambio, se amontonan al borde del hielo sin atreverse a
saltar ante el temor a ser comido por una foca. Se mueren de hambre
pero no saltan, nadie quiere ser el primero. Se les ha observado
incluso empujándose unos a otros.
Según Dawkins los pingüinos, -y todas las especies en general-, se encuentran inmersos en partidas del Dilema del Prisionero Iterado que se juegan en tiempo evolutivo.
Si colaboraran entre ellos y saltaran a la vez lograrían despistar a
las focas (o la probabilidad de ser pillado sería más baja) y podrían
ir en busca de peces sin más dilación. No obstante, son incapaces de
ponerse de acuerdo, nadie salta y se empujan. La siguiente matriz
expresa el dilema del prisionero al que se enfrentan los pingüinos y
las distintas alternativas de acción que tiene nuestro pingüino y que ocurre si los otros pingüinos saltan o no saltan:
Es fascinante porque aunque llevan jugando a este juego generaciones, los pingüinos juegan como si cada vez fuera la primera y la última vez: no saltan. No aprenden y no colaboran. En cambio, en una situación análoga, -sigue Dawkins-, los murciélagos-vampiro sí son capaces de colaborar: se alimentan unas a otras (son vampiras en realidad) cuando alguna de ellas no ha tenido suerte en su noche de caza. De hecho, parece ser, que las vampiras se reconocen unas a otras y su colaboración sigue una pauta "donde las dan las toman" (tit for tat en inglés), -varias veces ganadora (aunque no invencible) en el juego que organiza Robert Axelrod sobre el dilema del prisionero-, y que podríamos resumir como: Yo te doy sangre y tú me la das a mí, pero si hay una noche que yo necesito sangre y tú no me la das la próxima noche que tú la necesites yo no te la daré. Practican, pues, una especie de "altruismo recíproco", basado en la confianza en el otro. Es curioso, nuestro imaginario de pingüinos y murciélagos tiene poco que ver con la realidad. Podríamos decir que los pingüinos son los malos o egoístas (1) y los murciélagos los buenos o altruistas (¡cómo en Batman!).
Cabe señalar, no obstante, que la colaboración no responde siempre al altruismo. Ni siquiera a un "altruismo recíproco". Basta con que No Colaborar sea más perjudicial para el individuo que Colaborar para que una población de individuos egoístas colabore. En ese caso no hay dilema del prisionero, colaborar es la estrategia dominante. Precisamente hace poco Marginal Revolution se hacía eco de un artículo de Andrew Gelman en el que se cuestiona la interpretación que hace el propio Robert Axelrod de un episodio de la Primera Guerra Mundial. En las trincheras los soldados de ambos bandos llegaron al acuerdo tácito de no dispararse entre sí. Para Axelrod este era un ejemplo de un "equilibrio colaborativo" como solución de un dilema del prisionero iterado, dado que, según él, los soldados tenían incentivos individuales a disparar (matar a alguien que te quiere matar). Para Gelman, no obstante, colaborar era la estrategia dominante dado que disparar supone un mayor riesgo a ser disparado. ¿Quién tiene razón? Se ha despertado una interesante polémica.
(1) Esta generalización puede no ser correcta. En otras situaciones, por ejemplo, sí se observa entre los pingüinos actitudes colaborativas. En el invierno antártico, para protejerse de los vientos gélidos, se agrupan formando un círculo que les permiten mantener el calor y se van turnando en la parte exterior donde impacta el viento y hace más frío. ¿Se trata de otro dilema del prisionero (en ese caso serían altruistas) o es una colaboración resultado de estrategias dominantes (egoístas)?
Interesante comentario. Hace tiempo que conozco el dilema del prisionero, pero nunca lo había visto relacionado con comportamiento animal y de forma tan original.
Porque es curioso que la imagen que tenemos de los murcielagos y pinguinos sea tan contradictoria con su comportamiento.
¿no tendrá algo que ver con la inteligencia de la especie? ¿Quizás los murcielagos no tienen "miedo"?
Publicado por: telemaco | octubre 01, 2005 en 12:46 p.m.
Creo que sí, algo de eso hay.
Publicado por: Enric | octubre 06, 2005 en 11:48 p.m.
Una población donde el pingüino lanzado muere es sacrificada por el tiempo, siendo la evolución la encargada de machacar un gen desconocido entre los supervivientes. El resultado es un pingüino cobarde, no necesariamente egoísta y para nada inteligente.
Publicado por: Jesús Martínez | octubre 07, 2005 en 10:33 p.m.
La evolucion es un proceso constante y los pinguinos no han encontrado la solucion optima aun, y pues no tienen necesidad porque como especie siguen existiendo.
Publicado por: jose314 | abril 21, 2007 en 07:21 a.m.
Si todos saltaran a la vez, la probabilidad de ser comido por una foca no sería más baja, puesto que el que no salta (todos los pingüinos menos uno) tiene probabilidad de supervivencia inmediata de 100%. Una población de pingüinos con la estrategia de cooperación de saltar todos a la vez tiene más riesgo de ser eliminada que una población que tantea con un individuo.
En cuanto a la dispersión de genes, aquél que haga empujar al compañero obviamente se expandirá a costa del que se queda quieto a esperar y mucho más del que se sacrifica por sus compañeros siendo el primero en saltar.
En cuanto a la matriz, no toma en cuenta a las focas. Debería haber otra matriz inversa cotemplando la situación de un mar con focas, donde la colaboración fuese el no-saltar (ganancia). Este juego se repetiría indeterminadas veces con una de las dos matrices aleatoriamente sin que el pingüino pueda saber a cuál va a jugar.
No es que no aprendan y no colaboren, es que si no lo hacen es porque no hay ni ha habido nunca ganancia en ese comportamiento (o es una ganancia imperceptible en términos evolutivos). Si la hubiera (según darwin) habrían adoptado ese comportamiento o estarían en proceso de hacerlo.
Publicado por: iam1981 | octubre 28, 2008 en 03:54 p.m.